Los humanos somos 99,9 por ciento genéticamente iguales. Sólo chiquillas diferenciaciones en los genes establecen los factores que nos diversifican en un 0,1 por ciento.
Fue a partir de esto que los laboratorios emprendieron su trabajo en productos y tratamientos que ayuden a los genes a optimizar el aspecto de la piel y mantenerla joven, ya que no alcanza con tener una buena piel de nacimiento. Hay varios factores capaces de estropearla como son el estrés, los rayos nocivos del sol, la mala alimentación, la falta de ejercicio físico, los cambios climáticos, entre otros. Estos elementos son perjudiciales para el ADN, ya que originan senescencia celular.
A su vez, se oprime la producción de colágeno, se perturban las fibras de elastina, se modifican los melanocitos y además se crea una disfunción de la barrera hidratante natural, entre otras cosas, lo que genera arrugas, flacidez, manchas y deshidratación.
Estudios recientes señalaron que la supervivencia está relacionada con una familia de proteínas llamadas FOXO. En particular, la Foxoa3, una proteína que activa los genes delegados de extender la supervivencia, calidad y funcionalidad de las células cutáneas.
Protege al ADN de la acción nociva de la radiación UV y la polución. De esta forma revierte y previene el envejecimiento celular.
El activo de última generación que actúa contra la acción de las proteínas Foxoa3 es un hexapéptido, que abre un nuevo nicho en la cosmética inteligente, la cosmética genómica, basada en principios activos capaces de modular el comportamiento de un gen, estimulando, imitando o inhibiendo una actividad celular que no esté funcionando en su óptimo nivel.
Se puede emplear en gabinete o en productos domiciliarios y se recomienda comenzar a utilizarlo a partir de los 25 años.