El ácido hialurónico posee múltiples aplicaciones de acuerdo a su peso molecular. Puede llegar a formularse como gel, crema o sérum. Las cremas, aparte de hidratación, generan humectación, que es el aporte de lípidos a la piel. Pueden llegar a estar preparadas con otros principios activos y son recomendadas en pieles secas, expuesta totalmente a agresiones, fotoenvejecidas y maduras.
El gel y el sérum son potentes concentrados que brindan hidratación a la piel y se caracterizan principalmente por ser fluidos, transparentes y de consistencia sumamente ligera. Al ser vehículos súper livianos, son usados en pieles mixtas y también seborreicas.
Hay una novedosa tecnología que ahora se une a la formulación cosmética y se trata de las microesferas de ácido hialurónico deshidratadas. Debido a su pequeño tamaño, penetran en los pliegues de la piel y se rehidratan agarrando el agua de las capas superficiales y tomando la humedad de estas. De esta forma logran un efecto de relleno, reduciendo las arrugas y además incrementando la hidratación a largo plazo de las capas de la epidermis.
La utilización de productos con ácido hialurónico se aconseja a partir de los 35 años y la dosis perfecta es dos veces al día después de la higiene facial.